Alianza Lima ha escrito en la historia de sus colores otra épica remontada, pero no ha sido un resultado cualquiera, este 3-2 puede significar el inicio de la consecución del esquivo título desde hace una década.
La blanquiazul perdía en casa ante un elenco pundonoroso y ordenado como la Universidad San Martín que, desde el arranque del encuentro le dijo a Alianza te voy a hacer sufrir. A los cinco minutos de juego los santos se pusieron adelante en el marcador e instalaba la desazón en Matute, pero la hinchada fiel nunca dejó de creer.
Los minutos corrían y los dirigidos por Bengoechea se pararon mejor, fueron en busca de la igualdad y ésta llegó desde los doce pasos tras perfecta ejecución de Luis Aguiar. El uruguayo se ubica nuevamente como uno de los máximos anotadores del torneo nacional al marcar su décimo tercer tanto.
La parte final estaba destinada para el sufrimiento y para la fiesta. Los de Santa Anita se adueñaron del balón, lo movían de aquí para allá, profundizaban a placer pero, por suerte no la embocaban. Alianza Lima también tuvo algunas ocasiones pero con poca fortuna.
San Martín volvió a golpear en el corazón blanquiazul, al minuto 73 Alexander Succar ponía el segundo también de tiro penal. Es aquí donde el hincha que estaba en las graderías "se metió a la cancha", con ensordecedor aliento empujó y empujó a su equipo primero para lograr el empate con el primero de Godoy, resultado que podría haber servido (dependiendo de otros resultados y de la respuesta a una apelación).
Pero en el último suspiro del encuentro sirvió para reavivar la esperanza del título, para que el estadio victoriano retumbara de emoción, para que los blanquiazules del mundo entero celebren con el corazón, con lágrimas en los ojos, con fe; es que Gonzalo Godoy la volvió a meter al minuto 93 tras un centro largo, como la angustia del hincha que no se desenamora nunca de sus colores. Qué sufrimiento, pero qué alegría.
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