Muchos tenían a su favorito considerando como antecedente inmediato el encuentro de la fecha 16 de la fase 2 en la que los celestes vencieron sin atenuantes y desnudaron falencias defensivas de los victorianos; sin embargo, esa misma derrota encaminó el triunfo de Alianza Lima en esta primera final.
Los blanquiazules supieron corregir los errores de aquella mala tarde y ayer salieron convencidos que equiparar el rendimiento no estaba muy lejano. Carlos Bustos, a pesar de la fatalidad del contagio masivo en la plantilla grone, pudo revertir la situación y plantear un partido correcto, en el que además de cubrir el lugar de uno de los más afectados por el virus pandémico, fortaleció el sistema que lo llevó a disputar estas instancias decisivas.
Con la vuelta de Portales en defensa, con Benítez como carrilero por izquierda y Valenzuela en medio campo el equipo se echó a jugar y no le cedió la iniciativa a Cristal. Alianza Lima se supo fuerte y le plantó pelea al más pintado.
La idea era quitarle espacios a los de Rímac, retroceder y agruparse para una vez recuperada salir con velocidad y hacer daño. El libreto salió a la perfección en los primeros 45 minutos. Cristal no sabía por dónde atacar, no encontraba los espacios como los halló aquella vez. La salida veloz de Alianza Lima fue el arma letal; la experiencia de Barcos y el ímpetu de Aguirre tenían a mal traer a la defensa celeste.
Precisamente, ambos atacantes participaron en el gol que, finalmente, selló la victoria blanquiazul.
El complemento sirvió para mostrar lo trabajado en el sistema defensivo. Alianza Lima combativo luchó cada balón como si fuera el último, los días de cuarentena pasaban factura y las piernas pesaban el doble pero no fue motivo de flaqueza, todo lo contrario. El sacrificio y el corazón a mil iban a impedir que llegue la paridad de los celestes del Rímac.
Primera batalla ganada pero queda otra para ver que los soldados de La Victoria quieren la gloria.
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